Algo no va bien cuando a los pacientes nos empiezan a llamar clientes o cuando a los ciudadanos comienzan a denominarnos asegurados. Con este cambio de nombres, cambian también los conceptos y todo está pensado con un fin. Aclaremos las diferencias. La palabra paciente viene del griego ‘pathos’, que significa sufrimiento o dolor; en Medicina, la persona que requiere por este dolor atención médica.
Cliente es la persona que compra o utiliza los servicios de un profesional o empresa. El cliente, en términos empresariales, es el que consume un producto o servicio; es, en definitiva, quien va a dar el beneficio a la empresa: a mayor número de clientes, más consumo y más beneficio.
Las farmacéuticas quieren clientes, necesitan enfermos que consuman sus medicamentos o su tecnología con innumerables pruebas y si no los tienen, los crean, nos convierten, sin nosotros darnos cuenta, en enfermos. Algunas dolencias se inventan, se crean para el consumo.
Si un cliente necesita un servicio (una atención médica, ingreso hospitalario, intervención quirúrgica, etc.), éste tiene que ser al menor coste posible para obtener el mayor beneficio. Se crean Unidades de Gestión Clínica dentro de los hospitales para realizar una gestión de la Sanidad basada en el ahorro económico, no en las necesidades del paciente, porque éste, se mire por donde se mire, pierde su denominación y pasa a ser el oscuro objeto de deseo para ganar dinero.
Ciudadano es el habitante de un Estado con una serie de derechos políticos y sociales que permiten intervenir en la vida pública de un país.
Asegurado es la persona objeto de un seguro o que ha contratado un seguro.
El ciudadano tiene derecho a la salud y a la atención sanitaria por el mero hecho de serlo; al asegurado se le atiende si está contratada esa atención sanitaria. La Sanidad universal y gratuita nos trataba como ciudadanos con derecho a la salud; desde el año 2012, sólo el asegurado tiene ese derecho y muchos ciudadanos se quedaron sin atención sanitaria porque dejaron de serlo.
Estas meras cuestiones lingüísticas tienen su fundamento, no son hechas al azar, quieren que interioricemos que el derecho a la salud se paga y que somos la diana de las grandes empresas para el gran negocio.
Estamos asistiendo al gran cambio de la asistencia sanitaria de forma silenciosa, para cambiar de un modelo universal y gratuito a otro modelo excluyente y de pago para los usuarios.


Deja un comentario